Los tres hombres y las dos mujeres que hoy han sido los primeros en participar en las visitas experimentales de Altamira han mostrado su «emoción» tras entrar al interior de la cueva, donde han podido ver unas pinturas que, según aseguran, a simple vista «conservan bastante fuerza».
El Museo y Centro de Investigación de Altamira ha iniciado las visitas experimentales al interior de la cueva original -cerrada al público desde 2002-, para probar, hasta después del verano, el efecto de la presencia humana en unas pinturas rupestres de hasta 20.000 años de antigüedad.
Esas visitas, de 37 minutos, con cinco personas más el guía cada semana, se elegirá por sorteo entre quienes acudan al museo, con el fin de dar continuidad a los estudios que se están realizando sobre el estado de la cueva desde septiembre de 2012.
Hoy entre los agraciados había dos periodistas. «Vine a Cantabria para trabajar y me he encontrado la sorpresa de ser parte del reportaje», ha manifestado Javier Miguel Ors, redactor de La Razón, que es el único de los elegidos que había pisado antes la cueva original.
Que dos periodistas -uno del Diario Montañés y otro de La Razón- hayan estado entre los cinco elegidos da idea del interés que esta reapertura controlada ha suscitado en la prensa: había cerca de 40 medios acreditados y el museo está recibiendo consultas desde Eslovaquia, Alemania, Francia o Argentina.
Tras vestirse con monos desechables, gorro, guantes, mascarillas y calzado especial, entraron en Altamira pasadas las 12.30 horas, con los reporteros gráficos y los periodistas como testigos de excepción en la mismísima entrada de la cueva.
En esta ocasión han sido dos las guías en esta expedición pionera, que se ha iniciado en el propio museo con un audiovisual y un recorrido por la exposición.
María Luisa, la empleada más antigua del museo, con 41 años de experiencia, ha sido la encarga de explicar a los cinco elegidos las pinturas y grabados de Altamira.
Poder participar en este momento «casi histórico» le hacía «muchísima ilusión». «Me ha parecido cortísimo quería enseñarles más», ha comentado con una sonrisa.
Su compañera Marta les ha acompañado para controlar taxativamente cuánto permanecían en cada estancia de la cueva, y para ello llevaba consigo un cronómetro.
El interior de Altamira está pensado ahora para verificar que nadie se pasa ni un segundo del tiempo estipulado. De hecho, hoy en la Sala de Polícromos, donde se encuentran los famosos bisontes, se pudo oír el aviso de una alarma.
Dentro, según cuentan quienes lo han vivido, se ha notado humedad y, ante todo, les ha llamado la atención el juego de luces y sombras y las condiciones en que los moradores de la cueva hicieron sus dibujos hace miles de años, «sin perspectiva».
En su recorrido por la entrañas de Altamira, han visto los dispositivos con los que los científicos monitorizan la cueva, midiendo temperatura, humedad, o el gas radón, entre otros parámetros.
A su salida de la cavidad cuyas pinturas son Patrimonio de la Humanidad, han hablado, ante los periodistas, de «emoción» al haber visto «algo tan importante» y de «pasión», la que vive el personal del museo con todo lo relacionado con Altamira.
Además, han resaltado la viveza de las pinturas originales y «el peso de la historia», porque han pensando en todos los visitantes que han recorrido el interior de la cueva.
Junto a los dos periodistas, el grupo que ha entrado en Altamira lo han completado un profesor de instituto jubilado que vive en Cantabria, una joven santanderina y una turista malagueña.
Este experimento busca la conservación pero no como fin en sí misma, sino para el disfrute del bien -Altamira- si es posible, según el director del museo, José Antonio Lasheras, y el investigador Gäel de Guichen.
Esta mañana ambos han agradecido a los cinco visitantes su contribución con la ciencia y con el futuro de Altamira.
FUENTE: www.efe.com